Estambul es gigantesca, la ciudad más poblada de Europa, 15 millones de personas que se extienden de forma descomunal a ambos lados del estrecho del Bósforo.
Pescador en el puente de Gálata, La mezquita de Suleimaniye al fondo.
Nos alojamos en el barrio de Fatih, poco frecuentado por los turistas y con muchas casas tradicionales, estrechas y de dos o tres plantas, cafés de aire alternativo y tranquilo conviven con los negocios de toda la vida.
Fatih fue el barrio de los griegos y también de los judíos así que quedan sinagogas e iglesias ortodoxas como la que se ve en el dibujo y que tiene aire de palacio.
Santa María de los Mongoles.
Es la única iglesia bizantina de lo que fue Constantinopla
que no fue reconvertida en mezquita.
En Estambul los perros y los gatos viven en la calle, y no son pocos, unos 100.000 y 125.000 respectivamente, pero no parecen tener mala vida, el ayuntamiento los tiene controlados sanitariamente y los estambulíes los tratan con afecto y les proporcionan comida e incluso dónde cobijarse los días más inclementes.
Este pachá no se movió ni un momento de la puerta de acceso al embarcadero dónde esperábamos, mientras otro amiguete suyo se nos subía a las piernas poniendo morritos.
Nocturno , la mezquita de Eyüp en el barrio del mismo nombre.
La presencia del Islam resulta ineludible, la llamada a la oración desde los altavoces situados en la multitud de minaretes que pueblan la ciudad, aunque hermosa para el visitante creo que llegará a ser axfisiante para el turco laico, nada menos que cinco veces al día solapándose unas sobre otras en nuestros oídos.
Una mezquita, por dentro, es un espacio realmente hermoso, transmite serenidad y armonía, a ello ayuda el descalzarse y pisar una gigantesca y mullida alfombra roja, podría ser un espléndido modelo para un "lugar de silencio" que necesitaríamos en muchas ciudades, pero claro, en cuanto ves que las mujeres son "invitadas" de inmediato a situarse tras biombos al fondo de la mezquita , o incluso en otras anodinas dependencias donde no ven más que cuatro paredes, la imagen se deshace.
Hafiz Mustafá 1864, una tetería pastelería con unos dulces que están para morirse.
Máquina de moler café en Koyu Kahve un local de Ortaköy, recién abierto,
con muy buena música y un dueño bien majo.
En el ferry cruzando el Bósforo de noche
Gotzone con el pañuelo a modo de turbante